CASTIGA el cielo a Tántalo inhumano,
Que en impía mesa su rigor provoca,
Medir queriendo en competencia loca
Saber divino con engaño humano.
Agua en las aguas busca, y con la mano
El árbol fugitivo casi toca;
Huye el copioso Erídano a su boca,
Y en vez de fruta toca el aire vano.
Tú, que espantado de su pena, admiras
Que el cercano manjar en largo ayuno
Al gusto falte y a la vida sobre,
¿Cómo de muchos Tántalos no miras
Ejemplo igual? Y si codicias uno,
Mira el avaro, en sus riquezas pobre.
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